He tomado una mala decisión. Soy consciente de ello. Nada más podía hacer, es demasiado tarde, amor mío. Voy, y voy arrastrando mi alma, caminando por esta sucia y solitaria calle mientras el resto del mundo duerme. Qué lejos estoy de aquellos campos dorados que me enseñaste, amor mío; qué lejos estoy de nuestras tardes juntos, de tus ojos perfectos. Cómo añoro tu risa y la forma de tus manos, las caricias que me brindaste, los sueños que en mí anidaste. Mil veces he intentado reconstruir nuesta vida, nuestros momentos de paz, de libertad, pero entiendo que es imposible. He intentado ser racional durante tanto tiempo que la misma razón ha decidido abandonarme.
He tomado una mala decisión y he llegado a mi destino. Me reciben una maliciosa sonrisa y unos ojos que con una simple mirada son capaces de arrebatar toda ansia de vivir, de amar. El dueño de dichos ojos posó sus labios en mi frente y sus manos sobre mis hombros. Las lágrimas no tardan en correr por mis mejillas. Desnuda mi alma y abrazada a la locura empecé a odiar, temer, sufrir, recordar... hasta que olvidé. Una por una comencé a olvidar todas las personas que alguna vez se habían cruzado en mi camino. Pero hay unos ojos perfectos que no he podido olvidar. Tú y tu recuerdo vuelven a la vida desde las cenizas, inmortales, como el Ave Fénix.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario